Todos sabemos que el lenguaje canino no tiene nada que ver con el humano y muchas veces no nos damos cuenta.
Lo primero que tenemos que comprender es como hablan ellos entre sí. Cuando durante el juego, un perro muerde a otro y le causa dolor, el perro que ha recibido esa mordedura que le ha causado dolor tiene varias formas de decirle que en ese juego hay algo que ha hecho daño. Esto es visible cuando dos cachorros juegan, el uno muerde al otro y si el que muerde hace daño al otro, el que recibe el daño emite un chillido. De este modo perciben que ese acto causa dolor a su semejante.
Este comportamiento suele repetirse a lo largo del juego, y va condicionando a los cachorros a no morder más allá del límite de dolor de su compañero. De este modo, los cachorros aprenden a controlar la fuerza de su mordida y saben como y hasta donde pueden y deben morder.
Si nuestro objetivo es jugar con nuestros cachorros, lo que mejor funciona es aprender e imitar sus comportamientos. La próxima vez que nuestro cachorro nos muerda, lo ideal sería chillar, pero como él lo haría como cuando algo realmente le duele, un chillido agudo. Si lo haces bien, verás como él rápidamente te soltará. En ese instante, felicítalo y continúa jugando. Si te vuelve a morder, vuelve a chillar, y vuelve a felicitarlo cuando deje de hacerlo.
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